Problemas políticos en el siglo XX


En las malas condiciones en que se encontraba el país, resultaba imposible que la actividad de los gobiernos se caracteriza por grandes realizaciones económicos , sociales o políticos .
La riqueza proporcionada por la industria salitrera dio al país ena gran estabilidad económica, y como no había discusión en cuanto al régimen del gobierno, se produjo una verdadera inactividad política.
Los conflictos entre los partidos casi no existían se limitaban a ciertas materias de educación-el estado docente proporcinado por los radicales y algunos materias religiosas en que chocaban estos últimos con los conservadores.
se ha atribuido al presidente Barros Luco la expresión que consignaba la existencia de dos tipos de problemas : los que no tenían solución y los que resolvían por sí mismos. este dicho explica, en gran parte, el espíritu político de la época.
Excepciones a lo anterior fueron la Ley de Comuna Autónoma (1981) impulsada por el conservador Manuel José Irrazabal, que independizó la administración comunal del poder ejecutivo; la creación del consejo de defensa fiscal durante la administración de Jorge Montt; la promulgación del código de procedimiento civil(1902) y del código de procedimiento penal(1906)

La cuestión Social en Chile



El crecimiento económico generado por la industria minera instalada en la zona norte del país fue fecundo para la acumulación de grandes fortunas entre los empresarios chilenos y para que el Estado pudiera desarrollar una vasta red de obras públicas. Sin embargo, la mayor parte de la población chilena no recibió los beneficios del progreso económico; por le contrario, tras la fastuosa imagen de los capitanes de la industria chilena, se escondía una dura y trágica realidad social.



En primer lugar el despegue de la economía chilena implicó el surgimiento de una serie de oleadas migratorias desde el campo a la ciudad, o en su defecto desde el campo a las oficinas salitreras del norte del país. Las grandes urbes chilenas no estaban preparadas para recibir los repentinos y vastos flujos de población proveniente del campo, y debido a la escasez de viviendas, los recién llegados a los centros urbanos se debieron instalar en las inmediaciones de las industrias y se ubicaron en habitaciones precarias y deficientes.

De esta forma surgieron algunas de las tradicionales viviendas chilenas como los “cuartos redondos”, los “conventillos”, los “ranchos”; los primeros de ellos, eran habitaciones sin luz ni ventilación en las que se ubicaban todos los miembros de un grupo familiar; los “conventillos” eran complejos de viviendas compuestos por un conjunto de habitaciones que se disponían a ambos lados de una calle interior que servía de pasillo; finalmente, los “ranchos” eran precarias construcciones realizadas a base de abobe y con techumbres de paja.

Las pésimas condiciones habitacionales y el extremo hacinamiento eran factores que elevaban considerablemente las posibilidades de multiplicación de enfermedades pandémicas, a lo que se agregaban problemas de alcantarillado, dificultades para la evacuación de aguas servidas, y complicaciones severas en la extracción de la basura.

Esta compleja situación en materia de salubridad pública derivó en la aparición de enfermedades asociadas a las malas condiciones higiénicas como la peste bubónica, la tuberculosis, la difteria, la neumonía y otras. El delicado panorama que debían enfrentar los bolsones de campesinos era completado con la propagación de enfermedades de contagio sexual y con una alta tasa de alcoholismo en la población.

Las pésimas condiciones que debían enfrentar los obreros de las ciudades, no diferían en mucho con las que debían lidiar los mineros del salitre en las oficinas del norte del país; de hecho, sus precarias habitaciones eran construidas con un componente metálico denominado calamina, el que hacía a las viviendas de los mineros casi inhabitables puesto que por el día no aislaban las altas temperaturas, y por las noches no protegían a los trabajadores y sus familias de los inclementes fríos desérticos. La situación sanitaria también era deficiente debido a la carencia de profesionales de la salud para atender a una masa de población en constante aumento.

En el aspecto laboral los obreros industriales y los mineros del salitre se hallaban aún más desprotegidos, ya que no existía una legislación al respecto y los abusos patronales eran perpetrados cotidianamente en las industrias y en las oficinas salitreras. Para el periodo de la llamada República Salitrera no existían los contratos de trabajo ni menos los sistemas de previsión; por el contrario, eran usuales las jornadas laborales de 14 horas de duración.

Las pésimas condiciones laborales eran aumentadas en las oficinas salitreras a través del sistema de fichas, el que implicaba que a los mineros no se les cancelaban sus remuneraciones con dinero de curso legal, sino que por medio de fichas confeccionadas con diversos materiales que servían como instrumento de pago en las pulperías emplazadas en cada oficina; lo paradójico del asunto es que las pulperías eran de propiedad de las mismas salitreras, lo que en la práctica significaba que el producto del trabajo de los mineros era acumulado en última instancia por los dueños de las propias salitreras.

Las precarias condiciones sociales y laborales en las ciudades, pero especialmente en las oficinas salitreras, originaron la aparición de un conjunto de organizaciones y movimientos sociales que agrupaban y que canalizaban las demandas de los obreros y mineros. Estas organizaciones se sumaron a las ya existentes como la Sociedad Unión de Tipógrafos, fundada en 1853 en la ciudad de Santiago y a la Sociedad de Artesanos de la Unión. En el año1900 se fundó el Congreso Social Obrero, organización que aglutinaba a más de 150 sociedades obreras, y en el año 1909 surgió la Federación Obrera de Chile (más conocida por su sigla FOCH).

La organización de los trabajadores en las oficinas salitreras dio paso a la aparición de la denominada “prensa obrera”, la que consistía en periódicos dirigidos a los mineros y que entre sus principales mensajes difundían la idea de la huelga como una herramienta de lucha contra la explotación y como medio de presión para obtener mejoras en sus prácticas laborales. Debido a la inexistente legislación laboral, las huelgas eran de carácter ilegal y eran violentamente reprimidas por las fuerzas policiales y por los servicios de guardias contratados por los dueños de las salitreras.

La represión contra las manifestaciones obreras y en especial contra las huelgas fue una constante del periodo que analizamos y las fuentes periodísticas dan cuenta de una considerable suma de enfrentamientos entre grupos de obreros y fuerzas policiales, e incluso algunas veces, contra contingentes compuestos por elementos militares.


En el año 1903, durante la huelga de los estibadores y obreros portuarios, las fuerzas policiales enviadas por el gobierno regional a romper el movimiento obrero, asesinaron a cerca de 50 manifestantes; en el año 1905, a instancias de la “huelga de la carne” ocurrida en la ciudad de Santiago, las fuerzas policiales cobraron 70 victimas entre los obreros; sin embargo, el hecho más controversial que sacudió a la sociedad chilena fue la “matanza de la Escuela de Santa María” acaecida en el año 1907, como corolario de una masiva huelga protagonizada por los trabajadores de las salitreras de la provincia de Tarapacá. Las cifras oficiales hablan de una cifra cercana a los 500 muertos, aunque otras fuentes señalan que el número de victimas de la represión militar se elevó por sobre las 2.000 personas.

Por el contrario, gracias al auge económico que propició la elevada demanda de salitre, las clases dominantes atravesaban por una realidad absolutamente opuesta a la trágica realidad que debía enfrentar el grueso de los trabajadores chilenos en las ciudades y en las oficinas salitreras. Los sectores dominantes de la sociedad chilena fueron los principales beneficiados del boom del salitre y gracias a sus vinculaciones con la industria minera y la industria agropecuarias sus fortunas aumentaron enormemente.

La gran cantidad de recursos de que disponían los acaudalados empresarios chilenos les permitieron construir enormes y fastuosas mansiones y palacetes, los cuales generalmente eran amoblados con mobiliario importado desde Europa. La práctica de consumir productos de lujos europeos se extendió a la educación y comúnmente los hijos de los miembros de la clase dominante eran enviados a completar sus estudios a Francia.

Junto a la emergencia del proletariado industrial sometido a pésimas condiciones de vida y trabajo, y a la extraordinaria bonanza que experimentó la oligarquía minera y agrícola, en el periodo de la República Salitrera comenzó a consolidarse un estrato social que había mejorado sus condiciones, principalmente, gracias al aparato público de educación, el que tradicionalmente ha sido denominado clase media. En efecto, la clase media en este periodo aumentó su número debido al crecimiento del sistema educativo, y coyunturalmente, por causa de al expansión del aparato administrativo.

El complejo panorama social de Chile en el periodo que marco el paso del siglo XIX al siglo XX fue enfrentado de forma tibia y débil por los respectivos gobiernos que dirigieron al estado chileno. En materia laboral sólo se realizaron tenues esfuerzos por mejorar las paupérrimas condiciones en que se debían desempeñar la mayor parte de los trabajadores nacionales; en el caso de las oficinas salitreras, las iniciativas estatales destinadas a detener los abusos a los que estaban sometidos los trabajadores del salitre, fueron nulas debido a la alta influencia de los empresario salitreros en las políticas gubernamentales, ya que su industria representaba más del 90% de las entradas fiscales, por medio del pago de impuestos aduaneros.

Como señalamos recién, las iniciativas del estado en materia social fueron casi inexistentes y se limitaron a un conjunto de disposiciones puntuales y descontextualizadas que no afectaron mayormente la suerte de los trabajadores del país. Entre estas disposiciones podemos mencionar a la denominada “Ley de Habitación Obrera”, dictada en el año 1606; la “Ley de la Silla”, promulgada en 1915; y finalmente a la ley de Accidentes del Trabajo y la ley de Descanso Dominical, ambas del año 1916.

La Importancia del Salitre Para el País


Desde el siglo XVIII que el salitre se explotaba en Chile. Al principio en forma clandestina por indígenas locales que lo extraían de lugares escondidos.



Entre 1810 y 1812, se instalaron en las pampas salitreras del norte grande de Chile, las oficinas de Negreiros, Pampa Negra y Zapiga (Tarapacá).

Para obtener el salitre que tenia un gran valor comercial por sus cualidades como fertilizante para la tierra y como ingrediente en la elaboración de la pólvora, había que someter al caliche, la piedra que contiene el salitre, a un proceso conocido como lixiviación.

Consistía en cocer el caliche en agua en un recipiente con fondo de cobre. Gracias a este procedimiento, el cloruro de sonio precipitaba y el agua iba saturándose cada vez más con el nitrato de sodio. El agua pasaba a otro recipiente y ahí el salitre se cristalizaba y adquiría su característico color blanco. Luego se colocaba el salitre a la intemperie para que evaporara la humedad que aun contenía. Este sistema se utilizo hasta la mitad del siglo XIX.

A mediados de 1830 el salitre era comprado por Francia, Estados Unidos, Inglaterra y luego por Alemania, Italia y otros países europeos. La exportación de salitre al Viejo Mundo marca el hito más importante en la historia de la industria salitrera nacional.

En 1850 la industria recibe un nuevo impulso ya que la provincia de Tarapacá contó con más mano de obra y capital. Además, en 1853 se comenzó a usar otro sistema para elaborar el salitre, obteniendo mayor rendimiento y eficiencia.

En 1866, el empresario y explorador chileno José Santos Ossa, realizo con éxito ante el gobierno de Bolivia las gestiones legales para explotar salitre en territorio boliviano. Era la primera vez que se explotaría este mineral en tierras que no fueran peruanas. Así, en octubre de 1869 se inició la elaboración de salitre en la oficina Salar del Carmen, una planta al sur del río Loa.

En 1871 se inauguró el primer ferrocarril salitrero para unir el cantón La Noria con el puerto de Iquique. Esta conexión entre los lugares de extracción y un puerto fue una constante y el ferrocarril era el encargado de transportar el salitre para que fuera exportado en barco desde distintos puertos del norte de Chile.

La causa más inmediata del inicio de la Guerra del Pacífico fue que Bolivia no respetó el acuerdo de límites de 1874 que tenía con Chile. El impuesto que el gobierno de Bolivia impuso a la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, pasando a llevar el tratado, dio pie al inicio del conflicto bélico. La Compañía se negó a pagar y el gobierno boliviano ordenó el embargo de sus bienes, su venta en subasta pública, y la reivindicación de las salitreras mantenidas por la Compañía. El gobierno chileno respondió ocupando el puerto de Antofagasta, el 14 de febrero de 1879.

Acabada la Guerra del Pacifico y en la década de 1890, cerca del 60% de la industria del salitre estaba controlada por capitales ingleses. En los años posteriores habría más inversión chilena y alemana.